Las proteínas son el principal material estructural del
cuerpo: constituyen una gran parte del hueso y el musculo; son componentes esenciales
de la sangre, las membranas celulares, enzimas y factores inmunitarios. Para conservar
la salud, es vital consumir suficientes proteínas.
El consumo de proteínas proviene principalmente de carnes, aves,
pescado, huevos, leche y queso.
Se forman entre sí por el enlace de aminoácidos. En los alimentos
se encuentran 20 aminoácidos comunes; nueve de ellos son esenciales.
El cuerpo sintetiza ciertos aminoácidos (dispensables) que
junto con los que obtiene de la dieta (indispensables) elabora las proteínas que
necesita. Las proteínas son degradadas en Aminoácidos para sintetizar nuevas proteínas
o aportar energía.
La calidad de una proteína depende de la medida en que satisfaga
las necesidades de aminoácidos. Las proteínas de origen animal son de mejor calidad,
por lo que se les denomina proteínas completas. La mayoría de los productos de
origen vegetal proporcionan proteínas de calidad media e inferior, además de
que su contenido en fibra puede disminuir su digestibilidad, de modo que se les
considera proteínas incompletas.
Es posible obtener una ración suficiente de proteínas mediante la complementación, que consiste en combinar dos alimentos para formar un
producto de mayor valor proteínico, ya que las cualidades de ambas proteínas se
compensan en la combinación de sus deficiencias. Un ejemplo de este método es
la combinación de cereales con leguminosas (arroz y frijoles, papas y lentejas,
habas y pastas).
Cuando no se consume una cantidad apropiada de proteínas durante
semanas a la vez, el sistema inmunológico ya no funciona con eficiencia y en consecuencia
aumenta el riesgo de infecciones, enfermedades
y finalmente la muerte.
La ración diaria recomendada de proteínas es de 10 a 15%. El exceso de proteínas no puede guardarse
como tal, de manera que se transforman en glucosa o grasa y a continuación se
metabolizan para satisfacer las necesidades energéticas. El estrés mental, las
labores físicas y las actividades deportivas de fin de semana rutinarias NO REQUIEREN UN AUMENTO DEL CONSUMO DE
PROTEÍNAS.
¿Es perjudicial el
consumo de una dieta alta en proteínas?
Las dietas altas en proteínas han llegado y se han ido durante
los últimos 40 Años. Resurgieron como dietas para perder peso; por ejemplo la dieta
Atkins, que contiene alrededor de 35% de la energía en forma de proteínas. Estos tipos de dietas para perder peso difícilmente
son una solución mágica para ello.
Las dietas altas en proteínas suelen ser bajas en alimentos vegetales
y en consecuencia bajas en fibra, vitaminas y minerales. Además son ricas en grasas
saturadas y colesterol. Incrementan la perdida de calcio por la orina.
El consumo excesivo de carne roja, en particular carnes procesadas como jamón y salami,
se relaciona con cáncer de colon. Se
sugiere consumir más pollo, pescado,
nueces, frijoles y semillas para satisfacer las necesidades de proteínas. Además,
en cualquier carne debe eliminarse toda grasa
visible antes de asarla.
Un consumo alto de proteínas implica una carga indebida a los riñones forzándolos
a excretar el exceso de nitrógeno resultante.