Es esencial para la coagulación sanguínea. Mantiene las
concentraciones normales de los factores de la coagulación II, VII, IX y X.
La vitamina K se encuentra muy difundida en el hígado, en
los vegetales verdes (col, espinacas, brócoli, chícharos y ejotes), además de
que algunos componentes de la flora intestinal la sintetizan. Se encuentra también
en aceites de soya, canola y de pescado.
En las mujeres adultas la ingestión adecuada es de 90mcg /
día y en hombres de 120 mcg diarios.
Son poco frecuentes las carencias de esta vitamina, pero
llega a presentarse por ejemplo, cuando existe alteración en el paso de la
bilis al intestino., o cuando una persona recibe ciertos tipos de antibióticos que
alteran el metabolismo de la vitamina K o deterioran la absorción de grasas.
Las concentraciones bajas de vitamina K circulante suelen
acompañarse de una densidad mineral ósea baja. Es posible que el consumo
inadecuado de vitamina K aumente el riesgo de fracturas de cadera en mujeres.
La carencia de vitamina K también se presenta en recién nacidos
ya que los depósitos son bajos al nacer. Los lactantes tienen riesgo de
presentar defectos en la coagulación sanguínea y finalmente una hemorragia por falta
de vitamina K.
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