La absorción eficiente y la disponibilidad amplia en los
alimentos determinan que el fósforo sea un mineral mucho menos importante que
el calcio en la planeación de la dieta.
Es esencial en la estructura y función de todas las células.
Es fundamental en la formación de moléculas de alta energía como el ATP. La
vitamina D, así como las hormonas paratiroidea y calcitonina regulan el depósito
de fosfato en forma de hidroxiapatita (el componente principal de los huesos y
dientes).
El fósforo abunda en los tejidos corporales, casi el 80%
está en los huesos y dientes en forma de fosfato de calcio. Es un componente de
muchos sistemas enzimáticos: ATP, ADN y ARN, y los fosfolípidos de las
membranas celulares. Asimismo participa en el equilibrio de ácidos y bases.
La leche, el queso, el yogurt, los productos horneados y la
carne proporcionan la mayor parte del fósforo en la dieta de adultos. También son
fuentes los cereales, el salvado, los huevos, las nueces y el pescado.
La RDR es de 700 mg al día para conservar una concentración sanguínea
adecuada. Se absorbe hasta casi 70% del consumo dietético en adultos.
Una deficiencia crónica de fósforo puede contribuir a la
perdida ósea, disminución del crecimiento y desarrollo dental deficiente.
Pueden ocurrir síntomas del raquitismo en niños con deficiencia de fósforo. Los
síntomas de deficiencia incluyen anorexia, pérdida de peso, debilidad,
irritabilidad, articulaciones rígidas y dolor óseo. Suele encontrarse un estado
marginal de fósforo en prematuros, alcohólicos, personas de mayor edad con
dietas bajas en nutrimentos, personas que presentan brotes prolongados de
diarrea y pérdida de peso, y personas que todos los días utilizan antiácidos que
contienen aluminio.
Altas concentraciones sanguíneas de fósforo pueden favorecer
la formación de precipitados de calcio y fósforo en los tejidos del cuerpo y
contribuir a perdida ósea al inducir la liberación de hormona paratiroidea.
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